Del papel al green

Caddie Golf Magazine entrevista a Ignacio García.

Ignacio García lleva más de una década diseñando campos de golf, una profesión poco conocida pero muy importante para los amantes de este deporte.

Igual que no habría textos si no existieran los maquetadores, ni presentadores sin cámaras, ni médicos sin hospitales, tampoco podríamos jugar si los diseñadores de campos no desplegaran todos sus conocimientos en el diseño de éstos, aunque a veces sean los culpables de esos campos tan difíciles en los que es imposible bajar unas décimas…

¿Cuáles son los pasos para diseñar un campo de golf? ¿Se sienta delante de unas hojas en blanco y un ordenador? ¿O necesita inspiración?

El primer paso es tener muy claro qué tipo de campo vamos a diseñar. Hay que hacer un estudio exhaustivo de los factores que influyen en el diseño: desde el número de hoyos hasta el número de salidas al año. La visita al lugar es fundamental para comprobar la aptitud de los terrenos. Es imprescindible la sostenibilidad del campo, lo que implica una especial atención a los recursos hídricos, las condiciones orográficas y geológicas, la vegetación o fauna, el régimen jurídico de protección ambiental… Con todo esto se hace el primer routing. Luego la topografía te obliga a hacer un segundo, la vegetación un tercero y así sucesivamente. El lugar te va diciendo lo que necesita. El proceso te lleva a hablar con mucha gente hasta que conviertes aquel primer routing en el diseño del campo. Durante el proceso utilizo el lápiz y el ordenador, y no siempre estoy sentado. Diseño también de pie en las visitas de obra. Si ando justo de tiempo, empleo los programas de dibujo asistido por ordenador con los que puedes reducir los plazos, compartir dibujos con miembros del equipo y corregir los progresos con precisión. Efectivamente la inspiración ayudaría, como en todo. Pero no creo que se pueda llegar más lejos que yo en la falta de inspiración. El diseñador de campos de golf es una persona de acción parecida al escritor dramático: con cada una de las obras que representa riñe una batalla.

¿Qué fue primero? ¿Amante del golf o diseñador?

Primero arquitecto, luego diseñador y finalmente amante del golf.

¿Recuerda cuál fue el primer campo que diseñó? ¿Qué tal lo hizo?

Cómo no. Mi primera incursión en el mundo del diseño se remonta a 1998, cuando mi padre me propuso participar en la creación del primer campo de golf en Ceuta, promovido por la ciudad y el Ayuntamiento. La experiencia fue extraordinaria. La orografía de los terrenos a pie de mar permitía un sinfín de posibilidades. Sin embargo, las aves migratorias del estrecho y sus épocas de nidificación condicionaban el diseño. Por primera vez, el medio y la fauna importaban más que el diseño. Aunque pasado un tiempo los avatares políticos interrumpieron la ejecución del campo, aquel diseño me inició en el mundo del golf y en la defensa del Medio Ambiente al unísono. Todavía hoy muestro algunos de aquellos dibujos en mi web. Recientemente, el hijo de uno de los promotores recordaba nuestro trabajo el día que los aficionados residentes en Melilla inauguraban su primera instalación de golf, mientras Ceuta continúa sin campo. ¿Qué tal lo hice? Probablemente el diseño que estoy haciendo en la actualidad junto al Hipódromo de la Costa del Sol mejora de largo aquel primero en Ceuta. Pero es, afortunadamente, ley de vida.

¿Cuántos campos de golf ha diseñado en sus años de carrera?

Más de 20 en casi 11 años, y todavía no he cumplido los 40. La media supera dos diseños al año, aunque no todos se han construido ni están abiertos al público. Es una cantidad suficiente si lo comparamos con los 12 campos que diseñó Javier Arana, el primer diseñador español de campos y posiblemente uno de los mejores. Compagino el diseño de los campos de golf con el diseño urbano y la edificación. Será un placer diseñar un número de campos similar en los próximos 10 años.

¿Hay algún campo que le lleve a preguntarse: «¿Cómo no se me ocurrió esto a mí?»?

Cypress Point, en la península de Monterrey. Los caddies veteranos del club, cuando llegan al hoyo 16 con un foursome que hace el recorrido por primera vez, suelen sentarse en un banco durante varios minutos antes de dar comienzo al juego. Es el par 3 más espectacular del golf mundial. Cualquier víctima de un naufragio, que fuera arrojado a las costas del hoyo 16 de Cypress Point, aficionado o no, tendría confianza al observar esas extraordinarias huellas humanas en las rocas.

¿Qué le recomendaría a alguien que quiera dedicarse a esto? ¿Es duro conseguirlo?

No soy nada bueno en dar consejos, pero, hoy por hoy, le animaría a iniciarse como jugador profesional antes que como diseñador. Al fin al cabo es mucho más fácil competir en un open que diseñar un campo de golf. Parecerá una exageración mi afirmación, pero el 98% de los diseñadores fueron primero jugadores profesionales. Realmente, el crecimiento y auge que ha tomado en los últimos tiempos este deporte ha generado la demanda de información sobre diseño y métodos constructivos de campos de golf. No es para menos: diseñar es espectacular. Sobre todo cuando te das cuenta de que puedes aportar un pequeño granito de arena que ayude a hacer el golf y su entorno cada días más competitivo. La mejor receta para adentrarse en esta profesión si no juegas como un profesional es la formación y mucha determinación.

Entre la obligación y la devoción, el golf le ocupará el pensamiento gran parte del día…

Sí, por supuesto. Me encanta echar unas bolas aunque no dejo de pensar en normativas, diseños, cálculos, terrenos… Supongo que es deformación profesional, pero simplemente vivo con ello.

Para diseñar un campo de golf, ¿cuántos y qué profesionales se necesitan?

El diseño del campo de golf sólo puede ser un trabajo en equipo. Ni puede hacerlo solo un arquitecto de campos de golf, ni tampoco el mejor jugador del mundo por muy bueno que sea su palmarés. El diseño requiere un trabajo multidisciplinar en donde hacen falta distintos especialistas, porque diseñar un campo de golf no es dibujar el routing de los hoyos. Además hay que contar con un ingeniero en topografía, un ingeniero en instalaciones eléctricas, de riego y drenaje del campo, un agrónomo o greenkeeper que cuide de la siembra y un biólogo para subsanar los impactos ambientales, en su caso, con medidas correctoras.

¿Qué es lo que más le preocupa a la hora de diseñar un campo?

Siempre que diseño tengo presente que el objetivo del campo es el deporte y que debe ser disfrutable por todo tipo de jugador. Apruebo el diseño que es respetuoso con el Medio Ambiente y estéticamente atractivo. Aseguro que sea funcional a la hora de mantenerlo, con atención a la gestión de recursos de gran valor como el agua y conservación medioambiental. No obstante, ninguna de esas consideraciones -jugabilidad, estética, funcionalidad- ha sido una preocupación a la hora de diseñar un campo. En la actualidad, me preocupa más esa conexión intangible entre campo y jugador que convierte la arquitectura de los campos de golf en un espectáculo.

¿Hay alguna meta que persiga hoy por hoy en su profesión?

Sí, diseñar cada vez mejor.

A la hora de crear un campo de golf, ¿qué cree que es lo más difícil?

Saber lo que es importante. No sólo es lo más difícil, sino la cosa más rara del mundo.

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