Ignacio García obtiene el primer premio que concede la Cátedra de Paisajismo ETSAM en Madrid con su propuesta de diseño urbano y de acondicionamiento de la plaza próxima a la glorieta Puerta de Toledo, situada entre la Biblioteca de la Comunidad de Madrid, la calle Capitán Salazar Martínez y las calles de acceso al Mercado Puerta de Toledo de la capital de España.
El proyecto bautizado por el arquitecto «Jardín Puerta de Toledo» no dejó indiferente a los miembros del jurado, quienes coincidieron en seleccionarlo «por su originalidad» entre más de un centenar de propuestas.
El diseño de Ignacio García convierte la plaza de una de las zonas con mayor actividad comercial de la capital de España en el ágora de la biblioteca y el mercado.
La propuesta ocupa el amplio espacio rectangular que hay entre ambos edificios, con una superficie total que supera los 6.700 metros cuadrados y una superficie neta de 5.600 metros cuadrados. Los espacios libres de uso público como los elementos de mobiliario se definen pormenorizadamente con una escala próxima al diseño arquitectónico que supera los límites de la estricta ordenación.
La plaza actual, destinada a la contemplación de quienes utilizan o visitan la biblioteca y el mercado y a servir de complemento ornamental de sendos edificios, tiene otros usuarios eventuales que concurren los domingos en el mercadillo o «rastro» que se celebra al aire libre en la zona.
El terreno es llano con una pendiente muy suave hacia el punto más alto que se presenta en el encuentro de la plaza con la biblioteca y la calle Capitán Salazar Martínez. La plaza es dura con pequeños parterres, algunos árboles ornamentales y una zona sin tratar con orografía natural de tierra vegetal. No hay cerramientos de ninguna clase, salvo los propios edificios de estilo contemporáneo y una tapia en una de las fachadas de la biblioteca.
El entorno es urbano y el paisaje circundante correcto. Tiene accesibilidad fácil y cuenta con una boca de metro, un quiosco y un acceso al aparcamiento del mercado que se encuentra bajo parte de la plaza, además de la construcción de un magnífico reloj de sol.
La propuesta de Ignacio García mantiene la naturaleza de los terrenos, así como el carácter funcional y peatonal del emplazamiento, aunque añade la condición de reposo que precisa un lugar comercial como éste inmerso en un contexto sofocado, debido al tráfico intenso de los vehículos que frecuentan la glorieta.
El nuevo «jardín» pone de manifiesto su acento arquitectónico y geométrico. Está plagado de efectos de simetría y juegos de líneas procedentes de los principios clásicos de la paisajística. Entre las virtudes del diseño se encuentran la ordenación de los terrenos, el empleo de elementos propios de la arquitectura de jardines, la introducción de formas plásticas y el tratamiento de elementos arbóreos para fines muy determinados.
Pero lo más destacado de esta propuesta es lo que tiene de singular el jardín.
El jardín es ortogonal y está formado por un entramado de columnas de piedra en damero. La textura del lugar no es vegetal, sino escultórica. El trazado no es casual, sino hipodámico. No tiene mobiliario, ni bancos, aunque algunas de las columnas sirven para sentarse. No hay plantación de setos o molduras recortados, sólo losas de piedra como las que se encuentran en la glorieta y un enlosado distinto en el interior de la retícula donde el jardín parece el yacimiento de una ruina arqueológica.
La propuesta mantiene los árboles ornamentales y el reloj de sol existentes convirtiéndolos en artefactos del yacimiento que proporcionan vistas distintas en este mar de columnas.